El 9 de Mayo estuve en Huesca invitado por el Máster en Museos – Educación y Comunicación- de la Universidad de Zaragoza para impartir una sesión. Transcribo en este post la entrevista que me hicieron en el Diario del Alto Aragón al día siguiente:
“Los museos de ciencia contemporáneos empiezan a desarrollarse a mediados de los 70, y en España en los 90, y en muy pocos años han visto un enorme crecimiento, pasando de 300 en todo el mundo en 1990 a los 3.000 de la actualidad”. Guillermo Fernández, consultor de proyectos de museografía científica y colaborador del Observatorio de Comunicación Científica de la Universidad Pompeu Fabra, ofreció ayer un seminario en Huesca dentro del Máster de Museos del Campus de oscense.
Los museos de ciencia contemporáneos “se alejaron del museo de colección del XIX, dedicado a la catalogación y conservación de fondos culturales, para adquirir, en el XX, un carácter más experiencial”. Propuestas táctiles o sensoriales o de otro tipo han tratado de ofrecer al visitante “experiencias tanto intelectuales como afectivas o personales en su acercamiento al conocimiento científico”. Estos museos han conseguido explotar todo lo que tienen las manifestaciones científicas de interesante y espectacular, pero frente a eso Fernández alertó sobre “la situación crítica de las vocaciones científicas”, en las que está trabajando “a fin de suscitar entre los más jóvenes la idea de dedicarse a una profesión científica, cosa que se está dejando de hacer”. Hace unos años era habitual que alguien estudiase Física, Química, Geología…, “ahora se ha perdido esa costumbre y muchos creemos que los museos de ciencia contemporáneos, los que ofrecen una visita más experiencial, pueden tener un papel muy importante en el fomento de las vocaciones de ciencias”. Si este es uno de los objetivos de estos museos, otro es “servir para completar la oferta al aula porque las escuelas de hoy en día están carentes de muchos recursos”.
Por otra parte, hay una gran labor relacionada con las visitas familiares, ya que “las que tienen un cierto nivel intelectual buscan experiencias de valor cultural y curricular que ofrecer a sus hijos, y este tipo de museos puede conjugar una actividad grata en familia que puede tener un valor formativo”, indica Fernández, que recuerda que hay expertos que dicen que los museos de ciencia también pueden tener un papel especial en la opinión científica de los ciudadanos. Guillermo Fernández apuesta claramente por los museos científicos y cree que se debe aprovechar el momento actual para fomentarlos. “Cuando hay una época de crisis puede parecer que los museos son una especie de lujo del que se puede prescindir, y como dicen algunos expertos: el lujo es no tenerlos y tratar de afrontar un futuro sin cultura. Por la crisis no se puede descuidar la formación cultural e intelectual de las personas de hoy porque el futuro es muy negro”.
Los recursos que hay que dedicar a los museos “no tienen porque ser muchos” y prueba de ello son el de la Ciencia de Málaga o el de Matemáticas de Cornellà. “La museología se puede practicar a distintos niveles y siempre a la medida de cada comunidad”.